En los últimos años, Colombia ha dado pasos importantes hacia una política de drogas más humana y racional. Lejos de castigar a las personas que consumen sustancias psicoactivas, el sistema legal ha empezado a tratarlas como lo que realmente son: ciudadanos con derechos, y muchas veces, personas que necesitan apoyo en salud, no una celda.
Uno de los conceptos clave en este cambio de enfoque es la dosis de aprovisionamiento. ¿Qué significa esto y por qué es tan relevante hoy?
De criminales a ciudadanos con derechos
Hasta los años 90, consumir drogas en Colombia era una conducta penalizada. Pero en 1994, la Corte Constitucional dio un giro importante con la sentencia C-221, en la que dijo: “no se puede castigar penalmente a alguien por consumir, porque va en contra del derecho al libre desarrollo de la personalidad”.
Desde ese momento, portar una pequeña cantidad de droga para uso personal dejó de ser delito.
¿Y si alguien lleva un poco más?
Aquí es donde entra la figura de la dosis de aprovisionamiento. Imaginemos a alguien que no quiere ir todos los días a buscar marihuana o cocaína porque consume regularmente. Esa persona puede cargar una cantidad mayor a la "dosis mínima" legal, pero si demuestra que es para su consumo y no para vender, la ley no debería tratarla como traficante.
Lo mismo pasa si un grupo de amigos compra entre todos para consumir juntos. Si no hay señales de venta o distribución, no hay delito.
¿Qué dice la ley y qué dicen los jueces?
Aunque la ley cambió en 2011 y eliminó una mención directa al porte para consumo personal en el Código Penal, la Corte Constitucional dejó claro que eso no volvía a criminalizar el consumo.
Además, la Corte Suprema de Justicia ha explicado que los jueces deben analizar cada caso con cuidado. No basta con contar los gramos: se necesita mirar el contexto, el historial del usuario, su frecuencia de consumo, e incluso los mensajes en su celular (sí, eso también lo revisan) para ver si hay intención de vender o simplemente de abastecerse para varios días.
Entonces… ¿cuál es la clave?
La clave está en la intención. No se castiga al que consume, pero sí al que vende. Y si alguien lleva más droga de la permitida, pero puede justificarlo, el Estado no debe tratarlo como un criminal.
Este enfoque no solo es más justo, también es más inteligente. Permite que el sistema penal se enfoque en los verdaderos problemas del narcotráfico y no en castigar a quienes, en muchos casos, necesitan ayuda médica o psicológica.
Un paso hacia una política de drogas más sensata
Hablar de dosis de aprovisionamiento no es solo una discusión jurídica. Es también una manera de preguntarnos cómo queremos tratar el consumo de sustancias en nuestra sociedad. ¿Desde el castigo? ¿O desde la empatía, la salud pública y los derechos humanos?
Colombia aún tiene mucho por avanzar, pero este tipo de figuras muestran que sí es posible construir una política de drogas más humana y efectiva.